En verano más de la mitad de los resfriados son causados por un mal uso de los aires acondicionados. Las grandes diferencias de temperatura entre el fresco interior de los edificios o los transportes públicos y el calor de la calle favorecen la aparición de enfermedades en las vías respiratorias altas.
Con estos choques bruscos de temperaturas se eleva el riesgo de enfermar. Por ello, si realizamos un uso inteligente de este refrigerante podremos evitar llevarnos muchos disgustos. En este sentido, el coordinador de Urgencias del Hospital Quirónsalud Sur de Madrid, Agustín Fernández Villar, destaca que lo ideal es mantener la temperatura del aire entre los 20 y los 22 grados, aunque todavía hay personas que lo ponen más bajo.
“La temperatura del aire acondicionado y la velocidad del aire generan mucha sequedad en las vías respiratorias dando lugar generalmente a rinitis, sinusitis, a una sequedad de la faringe. Hay que evitarlo no poniéndose directamente en la zona por donde sale el aire y manteniendo una temperatura en torno a los 22 grados”, subraya el especialista.
Así, pone de ejemplo los viajes largos en coche con el aire acondicionado enchufado las cinco horas del trayecto, “un riesgo si no se quiere enfermar ya que previsiblemente nuestras vías aéreas se hayan irritado y secado por culpa del aire frío, con la consecuente entrada de microorganismos que podrán desembocar en un resfriado, por ejemplo”.
Según alerta, se pueden producir faringitis, sinusitis, laringitis y en caso más graves pueden registrarse neumonías, especialmente en personas inmunodeprimidas o que trabajan en cámaras de frío y después se exponen en la calle a los 40 grados. Fernández Villar avisa a la vez de que un mal mantenimiento del aire acondicionado también es peligroso porque al encontrarse el aparato en mal estado puede favorecer la proliferación de la legionella, causante de muchas neumonías.
Sobre cómo distinguir un leve resfriado de un catarro, el especialista de Urgencias pide atender a los síntomas: “No es lo mismo que estando en casa por los cambios de temperatura tras salir a la calle, nos pique la garganta o se estornude, que ese picor de garganta que permanece en nosotros más de 24 horas o incluso más, y que además va a acompañado de décimas de fiebre, y de una mucosidad amarillenta verdosa, que hace que, aparte del propio resfriado, se haya sobreinfectado con alguna bacteria”.
¿Nos podemos automedicar?
En este caso, el coordinador de Urgencias del Quirónsalud Sur de Madrid afirma que es posible tomar medicación por nuestra cuenta, pero siempre atendiendo a los siguientes pasos: “Lo primero de todo es la hidratación abundante. Ya de primeras en verano se pierde mucho líquido por la transpiración. Si estamos en un ambiente seco de aire acondicionado hay que insistir en la necesidad de beber hasta tres litros de agua. Además, si hay picor faríngeo, se pueden administrar antiinflamatorios, como el ibuprofeno, y si aparece la fiebre paracetamol”.
Fernández Villar precisa a su vez que hay que plantearse acudir al especialista, o bien a Urgencias si se está muy grave, cuando este cuadro se va complicando y evoluciona hacia peor pasadas las 24-48 horas. “Ya pasado este tiempo, si persiste el dolor de garganta, la tos, los estornudos, la fiebre, y con la automedicación no se controlan los síntomas, es necesario acudir al especialista o a urgencias para una valoración por si precisa aumentar la medicación en el tratamiento”, apostilla.
A su juicio, para sobrellevar de la mejor manera posible un resfriado de estas características lo más importante es mantener la hidratación, “sólo así se podrán mantener las mucosas húmedas”; no exponerse a la salida directa del aire acondicionado; si se está en el trabajo, por ejemplo, taparse esa zona de la vía aérea con un pañuelo fino; y por supuesto evitar al máximo los cambios bruscos de temperatura, los 40 grados de la calle y no poner las cuatro salidas de aire acondicionado directas a la cara, “hay que evitarlo”, reitera.
Finalmente, llama la atención sobre el uso del aire acondicionado estando presentes niños y ancianos. Aunque su uso es indiscutible muchas veces dadas las altas temperaturas, el experto pide verificar que se está realizando un buen uso del mismo y, por ejemplo, en casa la temperatura no es extremadamente baja.
“En las edades extremas hay que tener mucho más cuidado que en las personas adultas. A los niños no se les puede someter a estos cambios de temperatura porque las pérdidas de agua son más importantes que en los adultos. En el caso de los ancianos, a su vez, hay más deshidratación por la escasa ingesta de agua. Se trata de edades que hay que controlar mucho más”, sentencia el experto del Hospital Quirónsalud Sur de Madrid.